lunes, 27 de junio de 2011

The first one

Piel tostada por el sol mediterráneo, cabello castaño y en vez de ojos, dos preciosos topacios imperiales. Unos labios capaces de derretir el hielo con sólo rozarlo, que protegían tan bella dentadura, símil de un conjunto de preciosas perlas de Persia. Su figura quizás era lo más bonito que había visto hasta ahora. Así era ella.

No sé cómo llegamos a vernos desnudos, el uno sobre el otro. Sucedió. La besé mientras mis dedos se entrelazaban con sus cabellos. Suavemente, me empezó a desabrochar la camisa, después, ella se quitó su vestido azul. Me cogió de la mano y nos dirigimos hacia su dormitorio. Se tumbó sobre la cama, arrastrándome a mí, agarrándome la camisa. Su frente contra la mía. Te quiero - me dijo, por favor, no te separes de mí. Me limité a sonreír y seguí besándola. Empecé a bajar por su barbilla y cuello; me detuve en su pecho. Pegué los labios y sentí su corazón, a un ritmo acelerado. Descendí hasta alcanzar su vientre, besé su ombligo y me dejé caer hasta su pelvis. Tenía unas braguitas rosas de encaje bastante bonitas, que le quité con delicadeza. En ese momento la vi. Era... bueno, a mí me pareció hermosa. Dejé que mi lengua intimase con su vagina. Alcé la mirada y observé cómo se estremecía; cómo apretaba su mandíbula; cómo se aferraba a las sábanas. Tras el recital de sexo oral se levantó y arrodilló ante mí, me desabrochó el cinturón y me desnudó. La empezó a besar tímidamente, casi sin experiencia, pasaba su lengua sin saber por dónde hasta que decidió encerrarla entre sus labios. Me clavaba su mirada, una mirada que denotaba pasión y deseo, un amor por fin correspondido, quería disfrutarme, y que yo la disfrutase.

Abrió el cajón de la mesita y sacó un preservativo, me lo colocó y se sentó encima mía, muy lentamente. Me abrazaba con ambos brazos mientras yo sostenía su cadera. La escuchaba gemir, débilmente. Empezó a moverse y fuimos aumentando el ritmo poco a poco... Nuestras bocas volvieron a coincidir. He de admitirlo, llegué antes que ella. La tumbé y seguí haciéndolo. Justo cuando ella estaba llegando, me agarró la cara con las manos y me besó tan fuerte que me quedé sin respiración. Me eché en el otro lado de la cama, ella apoyó su cabeza en mi pecho y la rodeé con mi brazo. Te amo.